lunes, 18 de julio de 2011

Relato anexo de Gadelfort // Porque Kalith no se convirtió en Sinh

Mini relato explicativo de porqué Kalith no se convirtió en Sinh

Tras tan duro combate y sintiendo como su vida se escapaba, Yu Yevon se apoderó de su alma antes de que Kalith perdiera su último aliento. Yu Yevon pensaba renovar su coraza, llamada Sinh gracias al alma incauta e inocente que le había proporcionado su querida hija, pero nada más lejos.

Gadelfort, aquella enorme bestia en la que se había transformado para ayudar a la persona a la que más amaba en este mundo, se revolvió en sí mismo hasta que todo el odio y el rencor que sentía por el Dogma de Spira, así como por el Venerable Mica Y Yunalesca hizo que su alma pudiera recuperar su forma humana. Con las pocas y últimas fuerzas que quedaban en él y toda la fuerza de voluntad que pudo reunir, no sólo consiguió escapar del poder de Yu Yevon, sino que además, consiguió dominar por completo al gran invocador.

Aquello era algo realmente inesperado, algo inimaginable, un simple orador que sólo había servido como medio para obtener una invocación Suprema, sin poder alguno, tenía en sus manos, la capacidad de controlar al ser que había asolado Spira durante 600 años.

Por su parte, Yu Yevon se encontraba totalmente indefenso, había perdido su antigua coraza y aquel alma, lejos de proporcionarle una nueva, le estaba controlando, pero su poder era inmenso y sabía que Kalith no podría controlarlo todo, así que aprovechó esa ligera ventaja e hizo lo único que podía hacer. Usó el poder de los oradores que le permitían mantener su Zanarkand viva, aunque fuera en sueños.

Gracias a ese poder, pudo crearse una nueva coraza, un nuevo Sinh, que por el momento debía protegerle hasta que pudiera apoderarse de otro Eón Supremo, aunque esa nueva situación le hacía más débil y por lo tanto Kalith podía controlarle con más facilidad.

En cuanto el joven, o lo que quedaba de él se dio cuenta de su gran proeza, no se lo pensó dos veces. Dejó a Yu Yevon con su coraza en el lugar más solitario y recóndito de Spira y cuando cayó la noche viajó hasta Bevelle y se coló en los aposentos del Venerable. Lo llamó por su nombre hasta que contestó.

Mica: ¡¡¡¿Qué estas haciendo tú aquí?!!! – exclamó tremendamente sorprendido – Deberías estar… - Kalith no le dejó acabar la frase.

Kalith: ¿Muerto? – dijo mientras su cuerpo se volvió totalmente transparente – Sí, al igual que tú estoy muerto, y no, Sybil y yo no fracasamos en nuestra misión. Juntos derrotamos a Sinh

Mica: Entonces… ¡¡¡¿cómo es posible que estés aquí!!!? Deberías estar… deberías ser el nuevo Sinh

Kalith: Así que es ese el gran secreto… no sólo tenemos que perder nuestra vida para poder derrotarlo, sino que además, una vez hecho en vez de descansar en paz en el Etéreo junto a nuestros seres amados, tenemos que estar condenados a ser un ser despreciable que siembra destrucción a su paso, acabando con la vida de personas inocentes…

¡¡¡Tanto mejor!!! ¡¡¡Así no tendré remordimiento alguno!!!. He venido a informarte que ahora yo controlo a Sinh, no sé cómo, ni por qué, pero yo tengo en mis manos a Yu Yevon, controlo gran parte de su poder y lo usaré para destruir no sólo el Templo de Bevelle, sino todos los Templos de Spira. Vengaré la muerte de Sybil, la mía propia y la del resto de invocadores y guardianes que nos precedieron.

Te doy 3 días para que comuniques el inminente ataque de Sinh a todos las personas que habiten en pueblos y ciudades donde se encuentran los templos. Empezaré por Bevelle y acabaré por Zanarkand. Haré que el pueblo de Spira sepa la verdad y si algún inocente muere, será sólo culpa tuya.

Acto seguido Kalith desapareció y el Venerable no sabía si aquello había sido real o sólo una alucinación provocada por sus temores más profundos. Kalith le había arrebatado su vida y ahora pretendía destruir todos los Templos de Spira, así como el Dogma. Mica estaba seguro que sería capaz de hacerlo, pero… ¿controlar a Yu Yevon y por consiguiente a Sinh?. Eso era algo muy difícil de creer por no decir imposible.

Mica no se lo creyó y dejó que la vida en Spira siguiera su curso, pero al alba del cuarto día apareció Sinh, Yu Yevon no estaba en plenas facultades, puesto que mantener a Sinh como coraza usando el poder de los oradores minaba mucho sus fuerzas. Kalith era consciente de ello pero sabía que aún así, tenía poder para destruir no sólo templos, sino ciudades enteras.

Además, no le importaba dejar a Yu Yevon sin fuerzas, así, mataría dos pájaros de un solo tiro, acabaría con el Dogma y con Sinh para siempre y con ello todo el sufrimiento que había padecido el pueblo de Spira durante 600 años.

Muy a su pesar y sabiendo que Mica no había hecho nada por advertir del ataque, comenzó a destruir el Palacio y a la vez Templo de San Bevelle, corazón de la ciudad. Los ciudadanos corrían despavoridos al ver a ese ser gigante y grotesco, causa de todo su sufrimiento, pero a la vez, se asombraban de su comportamiento, pues era la primera vez que no arrasaba contra todo lo que se encontraba a su paso, sino que su objetivo era únicamente el Palacio de San Bevelle.

Mica nunca temió por s vida, pues sabía que ésta ya le había sido arrebatada, sin embargo, por primera vez temía a Sinh, puesto que estaba en manos de su propio asesino.

A Kalith le llevó todo el día destruir todo el templo y tras hacerlo ordenó a Sinh su retirada. Fue a ver de nuevo a Mica y le comunicó que el siguiente Templo en caer sería el de Macalania. El Venerable tuvo que rendirse a la evidencia, realmente Kalith le dijo la verdad, Sinh y Yu Yevon estaban en sus manos, y él sabía que no pararía hasta que todos los templos de Spira estuviesen totalmente destruidos.

Por suerte, ningún ciudadano había perdido la vida en el ataque, pero aquelllo no era suficiente para él, ni si quiera el ver cómo había empezado a cumplir su venganza aliviaba el profundo dolor que sentía por la pérdida de su amada Sybil…

¿¿??: ¿Por qué lo haces? ¿De veras crees que conseguirás acabar con el Dogma?

Esa voz… no podía ser, ella estaba muerta. Seguramente Yu Yevon quería jugársela.

¿¿??: ¿Tan te importo para que me ignores y no quieras tan siquiera verme por última vez?

Sí seguramente sería eso, Yu Yevon quería volverle loco para recuperar el control, pensó Kalith.

¿¿??: Está bien, entonces sólo escucha yo no sabía que acabaríamos así… de haberlo sabido, jamás habría aceptado tu sacrificio… Por favor Kalith, perdóname… yo… Te amo.

En ese preciso instante Kalith sintió una leve caricia, se giró sorprendido y la vio… Allí estaba ella, era Sybil, su amada, o lo que quedaba de ella.

No podía dar crédito, la emoción de verla de nuevo le había paralizado de tal manera que era incapaz de moverse o de hablar. Finalmente con gran esfuerzo pudo decirle cuánto la amaba, que nunca se lo dijo porque no quería que sus sentimientos interfirieran en su trabajo de guardián e invocadora y que pensaba proponerle matrimonio tras vencer a Sinh.

Sybil le dijo que aquello ya había pasado y que no podía vengarse, no así, porque acabaría siendo tan ruin y malvado como aquellos que les habían conducido a una muerte segura mediante engaños. Tras hablar durante toda la noche, llegaron a un acuerdo.

Al día siguiente Kalith se presentó de nuevo ante el venerable Mica. Le dijo que se rendía, que no atacaría más templos usando el poder de Sinh, pero a cambio, él debería decirle el modo de acabar con él para siempre.

Mica se quedó perplejo ante tan inesperado cambio y le dijo que la única forma de acabar con Sinh era la invocación Suprema. Kalith se echó a reír, le dijo que no se lo creía y que Sinh había surgido porque Bevelle decidió atacar Zanarkand, que él como ciudadano de Bevelle y como venerable de Yevon, tenía la oportunidad de enmendar el mal que habían causado sus antepasados por traer a Sinh a Spira.

Mica le dijo que tenía razón y que él también sufría al ver como Sinh arrasaba poblaciones enteras dejando tras de sí un rastro de muerte y destrucción, pero que en verdad no tenía conocimiento de que hubiese alguna otra forma de acabar con Sinh y para siempre.

Entonces Kalith le dijo que cómo un hombre tan incompetente podía haber sido nombrado Venerable para guiar al pueblo de Spira y que sería él mismo quien averiguase la forma. Tras pasar días y noches hablando con Sybil, en el mismo lugar solitario y recóndito, donde Sinh Y Yu Yevon no pudieran hacer daño a nadie ni escapar a su control, Kalith se dio cuenta de algo.

Al principio Yu Yevon y por lo tanto Sinh, se resistía a obedecer, pero desde hacía varios días notaba que ninguno oponía resistencia, es más había notado que sus fuerza y su poder se debilitaban poco a poco y Kalith encontró su respuesta. Yu Yevon era quien invocaba y controlaba a Sinh, pero sin un Eón Supremo, sus fuerzas se iban desvaneciendo por intentar mantener su coraza, por lo tanto, la forma de acabar con Sinh, era acabar con su invocador, Yu Yevon.

Kalith empezó a controlar a Sinh y a usar sus poderes para destruir cualquier cosa inerte que hubiera a su alrededor: ruinas, piedras, rocas e incluso montañas, cualquier cosa servía. Según iba usando sus poderes notaba como Yu Yevon se debilitaba, de seguir así, no le quedaría más remedio que hacer desaparecer a Sinh y mostrar su verdadera forma.

Kalith le ordenó a Sybil que se apoderase momentáneamente del cuerpo de algún guerrero, fuerte y diestro en el arte de la lucha, pues era necesario que estuviera listop para derrotar a Yu Yevon. Sybil aceptó de buen grado, y mientras buscaba un cuerpo adecuado, Kalith siguió minando las fuerzas de Yu Yevon, hasta que por fin vio cómo ante sus ojos Sinh desaparecía y Yu Yevon se dejaba ver.

No era como esperaba, se imaginaba a un invocador imponente físicamente y no lo único que había ante él era un viejo decrépito que parecía estar más muerto que vivo, así que supuso que el llevar 600 años invocando a Sinh, le habían pasado factura. Justo en ese momento llegó Sybil, acompañada de un joven alto y fuerte, que decía llamarse Miihen y que hacía poco había fundado un grupo de guerreros llamado La Legión.

Kalith se sorprendió de que no fuera ella quien controlara ese cuerpo, pero dijo que bastó con explicarle al joven la situación para que se presentara voluntario para llevar acabo tal proeza. Sabía que si lo conseguía, su prestigio sería mayor que el dce cualquier Alto Invocador o Venerable de Yevon.

Miihen empezó atacando a Yu Yevon, que a pesar de los esfuerzos de Kalith por evitarlo, empezó a defenderse y a atacar. La lucha fue dura para todos, pero Yu Yevon llevaba las de perder, estaba muy débil y Kalith ponía todo su esfuerzo y empeño en controlarlo para evitar que pudiera atacar con todo su poder a Miihen. Finalmente Yu Yevon se dio por vencido y cayó al suelo totalmente desvanecido y al instante su cuerpo desapareció.

Los 3 jóvenes celebraron su victoria. Kalith y Sybil se despidieron de Miihen y pusieron rumbo al Etéreo cogidos de la mano, por fin eran libres para estar juntos. Miihen, emprendió el viaje de regreso a la civilización para hablar con Mica y contarle lo sucedido, pero el Venerable, al recibir la noticia, se rió en su cara.

Le dijo que desgraciadamente hacía falta mucho más que un joven guerrero por fuerte y valiente que fuera para acabar con Yu Yevon y con su coraza, Sinh. De repente el sol sde oscureció y cuando Miihen levantó su mirada hacia el cielo vio a Sinh. Se preguntaba cómo podía ser si ékl había visto con sus propios ojos como Yu Yevon, desvanecido, desapareció ante él.

Mica le explicó que puede que desapareciera, pero no por estar muerto, sino para recuperar fuerzas. Efectivamente, el Venerable estaba en lo cierto. Yu Yevon hizo creer a todos los presentes que había muerto, pero en realidad sólo estaba débil. Tan débil que Kalith no pudo sentir su poder y lo dio por muerto.

Yu Yevon se retiró para recuperar fuerzas, usó de nuevo el poder de los oradores para crearse otro Sinh como coraza y se dejó ver por toda Spira, pero sin atacar puesto que aún no tenía fuerzas, con la esperanza de que un nuevo incauto invocador le proporcionase un nuevo Eón Supremo con el que mantener a Sinh como coraza.

Y así es como Yu Yevon siguió renovando su coraza y envolviendo a Spira en una espiral de muerte.

Entrega de Premios

Damas y caballeros, sean ustedes formalmente bienvenidos a la gala de entrega de premios de la primera edicion del Great Talent Contest! Con ustedes, nuestro presentador Zero!

Buenas noches, damas y caballeros. Es para mi un honor estar esta noche con ustedes, en una gala tan prestigiosa como esta. Es un placer doble, debido a que yo mismo organicé el concurso que premiamos en esta gala. Sin embargo, quiero agradecer a Lil, a Vanille y a Canela, su colaboración, sin la cual esta gala habría sido imposible. Un aplauso para ellos.

Este concurso nace como una sana competencia, con el único objetivo de que los artistas que están entre nosotros, nos muestren sus habilidades y mejoren ellos mismos. Por eso, sería impensable la existencia del GTC sin ellos. He de pedir una gran ovación para todos los participantes.

Sin más dilación, vayamos ya a la entrega de medallas.

En último lugar, pero no menos meritorio, tenemos a dos jovenes que dieron su esfuerzo para crear una original invocación. Pese a que su trabajo es el menos valorado, no es lo mismo su esfuerzo, a la altura de los ganadores. Un aplauso para Castlevaniax y ff7master!!!

Con su invocación, la dama de otros mundos, consiguieron que la gente les diera una media de 5.5 en relato y 5.5 en dibujo, nada mal! Sin embargo, el jurado, le otorgó un 6 al dibujo y un 4 al relato, dando una media final de 4.75 en relato y 5.75 en dibujo.

Para vosotros, la insignia roja del mérito, personalizada con una imagen de vuestra invocación!

En 4º lugar, encontramos a Atma y Fear, que con su invocación Impewynde, superan a la dama de otros mundos!

El pueblo les otorgó un 6.1 en relato y 7.1 en dibujo, que acompañados del doble 6.3, tanto en dibujo como en relato, le dan una puntuacion final de 6.2 (relato) y 6.7 (dibujo). Para vosotros la insignia azul del mérito.

Antes de continuar, recibamos con un fuerte aplauso, al grupo Beck, que harán una actuacion esta noche para nosotros!

Musica:

Geniales, como siempre, muchas gracias Koyuki, chicos!

Seguimos con el tercer puesto... tatatatata!

La copa de bronce se la llevan Wolf y Lil, con su invocación Selene! Selene, la dama angel-demonio, obtuvo de la gente un 7.5 en relato y un 6.7 en dibujo, que junto al 8 en dibujo y 8.3 en relato que le da el jurado, obtiene 7.9 en relato y 7.35 en dibujo, logrando un bello tercer puesto!

Recoge la copa... ¿¡Selene?! Espera, yo solo soy el presentador, no decido las posiciones!!! Que haces?!?! Espera... que quieres... ah, mejor espera en el camerino!!!

*censurado por erotismo explicito, sigan atentos a la retransmision*

Perdonenme, ya estoy de vuelta...

Sigamos!

En segundo lugar, Gadelfort, invocacion de Lady Yuna y Hamelgorg! Obtuvieron un 7.8 en relato y 8 en dibujo, que sumados al 7.75 en relato, y 8 en dibujo del jurado... mantienen su media exactamente igual!!! Felicidades por el segundo puesto, chicos!

Vuestra es la plata.

Y para terminar.... redoble de tambores...

La invocación que obtuvo mas nota, con un 8.9 final en relato y 8.6 en dibujo, obteniendo un 9.25 de relato y 8.3 de dibujo del jurado, y del pueblo 8.6 y 8.9 respectivamente...

Irelix!!! Invocación creada por MetalHans y FinalAdventure!!!!!

Felicidades muchachos, este es vuestro premio!!!

Con esto, llega el final de la gala, no sin antes unas pequeñas palabras mias a los participantes.

A todos, felicidades. Del primero al ultimo habeis demostrado ser unos grandes y esforzados artistas. Espero veros en proximas ediciones del GTC, para intentar ir a por el oro! Suerte, y hasta la vista!

sábado, 2 de julio de 2011

La dama de otros mundos




Ver los videos para entender

http://www.youtube.com/watch?v=bjZY9Vj9WP8 1º video

http://www.youtube.com/watch?v=1kGY906tCpg 2º video

http://www.youtube.com/watch?v=WlLNvR9BxXI&feature=fvwrel 3º video


¿Qué ve Jerónimo, tu ojo atónito?

¿Qué la palidez de tu rostro?

¿Ves ante ti a los monstruos y fantasmas del infierno?

Diríase que pasaste los lindes y entraste en las moradas del Tártaro, pues tan bien pintó tu mano cuanto existe en lo más profundo del averno.

Inscripción real en el único retrato de Hyeronimus va Acken.

Grabado de Lapsonius, 1572

Nota: Basado en hechos reales, en uno de los mayores misterios de la historia.

Nota: Basado en hechos reales, en uno de los mayores misterios de la historia.

“Y lo que llamáis morir es acabar de morir, y lo que llamáis nacer es acabar de nacer, y lo que llamáis vivir es morir viviendo.”

Los Sueños, Quevedo

________

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), 1598

El REY seguía postrado en su lecho, resistiéndose a morir, entre torbellinos de fiebre que le hacían delirar por momentos. Se hallaba en un profundo letargo del que no lograba salir y eran muchos los que allí se acercaban mostrando sus respetos hacia el monarca. Consciente del aciago destino que le deparaba el fin de los días, buscaba desesperadamente aferrarse a la vida, para no dejar que a su muerte, su Imperio fuese devorado por la sombras.

En efecto, desde hacía muy poco, existían temores y angustias que solo experimentaba el REY, probablemente al estar en aquel estadio de somnolencia causado por aquella figura que constantemente le asaltaba y atormentaba: el perro negro. Todas las desgracias de su reino venían dadas como un presagio por la presencia de aquella criatura del averno. El REY, preso de su locura, lo maldecía tachándolo de demonio, ante la mirada atenta de aquellos cuadros de Hyeronimus Van Acken, colgados en dos líneas simulando una cruz , formada por el triplico del El jardín de las delicias, el carro de heno, el anticristo o la noche sin Cristo, el carro de calaveras, otros lienzos desconocidos y la dama de otros mundos, este último, el REY declaraba habérselo pedido expresamente al pintor. Nos sorprendió tal respuesta ya que parecía no saber que el Bosco había muerto hacía 82 años.

[…]

De entre la multitud de veces que habíamos entrado en su alcoba, nunca viéramos tal cuadro. Era un lienzo que perturbaba el ser, que atentaba contra el orden natural del mundo y que se veía presidido por una figura no menos inquietante: una dama. Una dama en cuyos ojos el perverso es despreciado, pero honra a los que temen al Señor; el que aún jurando en perjuicio propio, no cambia.

[…]

Cuando nos quisimos dar cuenta, el REY ya estaba muerto. Yacía en su lecho, como nos tenía acostumbrados desde hace poco; impertérrito. Nadie nunca supo cual había sido la causa de su muerte; fue ocultada a la opinión pública por la familia real, mas yo creo que nadie sabía a ciencia cierta quien fuera su verdugo. Jamás sabremos, y solo Dios lo sabe, que pasó aquella noche…

(Hay un rato de silencio. A lo lejos, en los ecos de las campanas que empiezan a sonar, se oyen los ecos de un nombre. Mientras, el REY reza por su alma)

REY: Me cruzas, muerte, con tu enorme manto de enredaderas amarillas.

Me miras fijamente.

Desde antiguo me conoces y yo ti.

Lenta, muy lenta, muerte, en la belleza tan lenta del otoño.

Si ésta fuese la hora

dame la mano, muerte, para entrar contigo

en el dorado reino de la sombras.

(El tañido de las campanas cesa. El sonido del silencio se junta con un canto que, aunque se escucha vagamente, cada vez se hace más fuerte)


CORO: Misericordia, Dios mío;

tu gran clemencia me valga.

Lágrimas vierten mis ojos,

confusión tengo en el alma.

Por tu gran misericordia,

de mí ten piedad, Dios mío.

Borra mis iniquidades

porque estoy arrepentido.

Las manchas negras del alma

y aquel pecado que hice

lava, lávalo de nuevo,

que tanto, tanto me aflige.

Ahora yo reconozco

que mi pecado fue grande,

y su continuo recuerdo

me tiene triste y cobarde.

Contra ti sólo pequé.

En tu presencia he pecado.

Con el perdón que me otorgues

se callarán los malvados.

Atiende, que soy muy débil

y en pecado concebido.

El mal lo traigo heredado;

soy un pobre desvalido.

Yo me acuerdo de aquel tiempo

en que inocente vivía,

y conocí los arcanos

de tu gran sabiduría.

Hoy necesito que laves

con el hisopo mi alma.

Blanca quede como nieve

al influjo de tu gracia.

Háblame dulces palabras,

que despidan mis tristezas,

que me absuelvan y me alienten,

que restituyan mis fuerzas.

Aparta tu faz divina,

no mires a mis pecados.

Sírvelos fuera del alma,

que me tienen contristado.

Un corazón puro y casto

crea dentro de mi pecho,

y en los unos de mi alma,

viva el espíritu recto.

Mírame con buenos ojos,

no me arrojes de tu lado;

No me prives de tu gracia

ni de tus dones sagrados.

Devuélveme la alegría,

y tu amistad siempre amable,

y fortaleza de príncipe

para servirte constante.

Por el escándalo dado,

y que tanto se ha perdido,

enseñaré tus verdades,

combatiré a los impíos.

Líbrame, Dios, de las penas

que mis pecados merecen,

y mi lengua a tu justicia

celebrará para siempre.

Ábreme, Señor, mis labios

porque mi lengua te alabe,

y te adore y te venere

como a Dios y como padre.

Mi dolor, mi contrición,

será a ti más aceptable,

que todos los holocaustos

y confusiones legales.

Sacrificio a Dios muy grato

en mi alma atribulada,

y un corazón ya contrito

nunca su amor la rechaza.

Mírame aún con agrado,

y a tu pueblo con clemencia;

afianza tus murallas

y firme tu reino venga.

Haré entonces sacrificio

con toda suerte de gracia,

de amor, de paz y consuelo,

de justicia y alabanzas.


(Una extraña figura entra en escena. Es la DAMA, y no porta ningún escudo de casa. El tiempo se para, se hace el silencio. Un halo sibilino le rodea y, a cada paso eterno que da hacia el REY, que continúa rezando, el canto se acelera)

DAMA: (susurrando) Visae inferum audientium reditus trahere

REY: No os tengo miedo. Me enfrentaré a vos, juro que os daré muerte. Y si no es hoy, será en la otra vida.

(El CORO se detiene)

(Cae el telón)

VOZ EN OFF: “Dio tres o cuatro aullidos temerosos. El silencio, la hora de la noche, la bóveda de los nichos donde se había metido, donde retumbaba el sonido, todo hacía de él miedo, horror, espanto.”

Fray José de Sigüenza, confesor de Felipe II

El Bosco pertenecía a una hermandad dedicada a los poderes ocultos, ritos satánicos… La secta de “los hermanos del libre espíritu”, en aquella secta tubo gente que aprendió de él, de su arte entrando en estados alterados, lograban dibujar obras imitando a las suyas, esas personas de la secta de "los hermanos del libre espíritu" que deseaban aprender de El Maestro pertenecían a un círculo de excepción, “el círculo de Bosh.” Determinados pintores heréticos dejaban sus mensajes ocultos en las obras utilizando diferentes tinturas que podían ser absorbidas por capas posteriores que las disimularan a simple vista. A través del complejo procedimiento de descomposición de colores, se podía alcanzar una lectura rudimentaria pero parecida a nuestro sistema láser ultravioleta.
El Bosco utilizaba esta técnica para cifrar mensajes en sus cuadros y la Dama de otros mundos no fue una excepción. Se calentaban unos hierros con forma de tenaza al rojo vivo, se dejaba la estancia en oscuridad total reduciendo el oxígeno al máximo y se pasaba varias veces delante del cuadro. Después, en la punta de ese artilugio se colocaba con sumo cuidado un diamante, elemento capaz de descomponer las diversas franjas del espectro de luz. con técnica y destreza las pasadas de esa piedra preciosa y el efecto rojo vivo revelaban por unos instantes las capas ocultas de pintura. Sólo los pertenecientes al círculo de Bosh descifraron el código para poder invocar a la dama, ni nadie lo descifrará, pues el cuadro fue robado de El Escorial, actualmente el cuadro está en paradero desconocido, y se dice que a veces aparece en combates nocturnos sin previo aviso, sin preferencia de bando, cuando la agonía está presente.



Nota: La tecnica número 3 que aparece en blanco se llama "Movimiento de Caballo"

Impewynde



Capítulo 1 | Principios de una leyenda

Existe una larga tradición, en la que se cuenta una leyenda a los descendientes:

En anteriores tiempos de guerra, existe un ser vivo capaz de apaciguar heridas físicas y psicológicas, es responsable de nuestra seguridad. Se dice que su huevo voló hacia el pico más alto de una montaña, haciendo difícil de creer que saliese con vida. No se deja ver, aunque se deja mostrar en vuestros corazones. Si os véis amenazados, tened por seguro que sentiréis su presencia.

Poco se sabe más, aparte del huevo que terminó saliendo disparado hacia la montaña. Muchos de los nuestros intentaron escalar el gran pie del Mont Blanc, aunque ni uno solo llegó a los primeros 300 metros. Quizá la bestia esté protegiendo nuestras vidas.

El otro día me puse a investigar un poco el tema, en la magnífica biblioteca que tenemos. Estuve buscando un poco sobre estos seres alados, pero no hallé ninguno. También en criaturas mitológicas, pero tampoco hubo suerte.

En su tiempo sentía terror, no tenía ni idea de "cómo entraría a escena" si llegásemos a entrar en otra guerra. Hasta el día que vi una gran sombra que cubría la parte posterior de la montaña, y cuando alzé la vista al cielo no se veía nada, aparte del sol.

Capítulo 2 | ¿Un ser místico?

Estaba hablando con mi amigo Augusto sobre el tema. En verdad no somos de los que damos y damos vueltas a una cosa que no sabemos si ocurrió en realidad, pero desde que oímos unos graznidos poco comunes nuestra curiosidad nos ciega. Y la del todo el pueblo, por supuesto.

Augusto: ¿Has encontrado aquello que buscabas?

Yo: Nada, que no hay manera. Aunque siguen siguen insistiendo en que no me preocupe.

Augusto: En serio, deberías relajarte un poco [risas], pídele a tu capataz que te dé la baja, hombre.

Yo: ¿Y cómo doy de comer a mi familia? Me preocupa más este hecho que el de la bestia, fíjate.

Augusto: Bueno, vente que te invito a un par de rondas, a ver si se te pasa.

Unos días después, en medio de una noche sentí como... un rastrillo pasando la tierra de huertos, algo bastante parecido. Pero sonaba algo más... ¿fuerte? Aunque claro, como el sonido provenía en la noche, lo primero que llegué a pensar es que estuviera en un sueño.

Dado que llegué a esta conclusión, salí afuera. Pero no vi nada. El frío que habitaba afuera me ha despertado completamente. Volví a abrir los ojos y contemplé una belleza plateada que parecía que estuviese en el mismísimo cielo, cubierto por la luz de la luna. No sentí nada de pavor por haber visto aquel ser, todo lo contrario: me sentí totalmente reconfortado.

La bestia inclinó su cabeza hacia a mí, y seguidamente desapareció en una espesa bruma. "Fue un sueño, menos mal", me dije.

Al día siguiente, cuando estuvimos desayunando, mi hija, de 8 años me dijo: "Papá, ¿qué hacías fuera sin hacer nada? ¿Cómo se llama aquello... que te levantas dormido?". Sonámbulo, hija.

¿Salí fuera de casa sonámbulo... o de verdad la vi?

Capítulo 3 | Cierre de una historia: Impewynde

Un par de meses después me encontré con el loco leñador que hay en las afueras, gritando como un... loco.

"¡Vi a a la bestia! ¡Soy testigo de ello! ¡He hallado el ser! ¡Me ha salvado la vida!"

Y así varios días. Aunque prefiero no saber cómo ha llegado a esa conclusión, la intriga me tiene bastante consumido. Podría ser lo peor que se me ocurriese, pero no tenía nada que perder -aparte de mi reputación-: hablar con él.

Yo: Esto... buenas, caballero.

Leñador: ¡He halla...! Muyyyy buenas tardes, señor. ¡He hallado el ser! ¡Soy testigo de ello...!

Y por ahí va, tan feliz como de costumbre. Bueno, prueba superada. A ver cómo consigo entablar una charla seria con este tipo.

Fui al bar que hay en la esquina, y pregunté que si se pasaba por aquí. Sólo los Martes por la noche. Perfecto, estamos a Domingo.

Dado que mi mujer no soporta verme beber, he tenido que escabullirme como pude de mi casa -y de paso que me asegurase de que mis hijos no me vieran "sonámbulo"-. Entré al bar, y al primero que vi en la barra...

Leñador: Oh, tú otra vez. Muyyyy buenas noches, amigo.

Yo: Buenas noches, caballero. Esto, ¿podría hacerle unas preguntas?

Leñador: Adelante.

Yo: -Estupendo-. ¿Cómo dice que se encontró con la bestia? (Cuando me dio por girarme al barman al realizar esta pregunta, no sé si estaba riéndose de mí o de la pregunta en sí).

Leñador: Estuve escalando la montaña del Mont Blanc para ver si me encontraba con ella, ardía en fiebre y me parecía que iba a desmayarme de un momento a otro, hasta que la vi. Tenía un bello plumaje plateado, un pico más dorado de lo habitual entre las aves...

Esa descripción encajaba totalmente lo que vi aquella noche. Entonces no hay duda, ¿hay que estar más loco que un loco para creerlo?

Leñador: ... y finalmente me terminé quedando con una de sus plumas. ¿Quiere verla? Tome.

Inaudito, no podía creérmelo. He alcanzado un nivel de satisfacción suprema sólo con la vista.

Yo: Esto es ¡fantástico! ¿Es real?

Leñador: No lo sé, pero desde que me desmayé y aparecí encima de mi cama, con la pluma dentro del abrigo...

Yo: Bueno, habrá que hacer una prueba. ¿Me lo podría dejar unos instantes?

Leñador: Claro, adelante. Eso sí, no me lo pierda porque tendré que volver a desmayarme en el Mont Blanc para aparecer en mi cama con otra de estas plumas [risas].

En medio de la noche, luna mengüante, quise ver si la pluma se reflejaba como lo hacía aquel ser. Emitía un brillo inigualable, era una alegría para la vista. Volví al bar.

Yo: Tome, muchas gracias.

Leñador: Hice bien en confiarle la pluma. Por lo visto parece que la ha visto usted también, ¿me equivoco? He decidido llamarla... Impewynde.


Irelix



¿Un Dios puede pecar?

Esa pregunta me la hice hará inmemoriales años, antes de queel ser humano fuese una raza evolucionada como es hoy día. Y hallé larespuesta, hace no tanto como me hice la pregunta. Pero suficiente tiempo atráscomo para que de mi mente se hubiese borrado. Y por desgracia, mi piel hablapor mi mente.

Mi historia comienza, cuando era un humano más, que convivíacon otras razas, como los semi humanos, semi lagartos a los que tiempo despuésllamaron “Bangaa” y los Moguris. Una extraña raza de pequeña estatura y aspectode conejo, que un día aparecieron en algún lugar del planeta, sin que nadiesupiera de dónde venían. Hasta ellos olvidaron sus orígenes.

Mi nombre, en aquella antigua época, era “Rel”. Simple, ycomún entre los míos. Éramos una tribu, asentada en la falda de una cadena demontañas que alcanzaban el cielo. Su pico se perdía de la vista. Y sentado enla rama de un árbol, me preguntaba: “¿Un Dios puede pecar?”

Y al instante, reflexionaba. Volvía a preguntarme. “¿LosDioses existen?” No sabía la respuesta a aquellas preguntas que me perseguían,a veces, hasta en sueños.

Fue cuando caí al abismo. Cuando sentí mi cuerpodesfallecer, morir antes de caer. Fue aquel mísero segundo, en el que losDioses se apiadaron de mí y me recompensaron.

Aquel día, simplemente subí hasta casi la cima donde decíanque habitaban los dioses en un templo hecho de piedras hermosas.

Ellos me observaron. Me retaron a seguir subiendo mientrasellos reían. Pasé noches trepando. El hambre y el cansancio se hicieron mis másinseparables amigos y temores. Al quinto amanecer, divisé la cima, y un amasijode nubes y nieblas que se conjuraban y giraban entre sí.

“El templo… ¡Ya lo veo!” Grité de júbilo. Todo lo queansiaba. Todas mis respuestas aguardaban a unos metros por encima de mí. Podríapreguntarles todo lo que ignoraba. Y mejor aún: sabía que ellos existían. Todosmis rezos y alabanzas no habían sido en vano. A pesar de que mis fuerzasestaban mermadas, y todo mi cuerpo pintado en caos con heridas, puse undecidido pie en un resquicio sobresaliente para seguir. El siguiente pie sebalanceó y se burló de mí. Al segundo, caía a una velocidad extrema y sentímorir.

Los Dioses jugaron con mi futuro en ese momento. Noesperaban que me fuese a morir, y menos después de tanto esfuerzo.

A partir de ahí, mi historia se hace confusa. Básicamente,aquellos Dioses me dieron el poder del aire; en semidios me convertí. Con eltiempo, me enseñaron a dominar lo que se ocultaba dentro de mi, y cuando llegóel momento (cien o doscientos años después, no lo sé. ¿Qué más da? Junto con elviento, la inmortalidad fue parte de mi ser) me rebautizaron. Ïrelix desde esemomento fui, y Rel no era más que una sombra de lo que era. Cuando era mortal,vulnerable, necio.

Formé parte del panteón y durante un tiempo, goberné enaquel templo celestial junto a ellos. Observando el mundo, comprendiendo cómolos seres vivos peleaban y se superaban continuamente. Veía cómo los Mogurisempezaban a desarrollar unas diminutas alas y a establecerse en lugares altos.Los Bangaas emigraron a lugares desérticos porque su forma de ser se adaptabamejor a esas condiciones. En cambio, los humanos se expandieron por todo elmundo, evolucionando también a gran velocidad.

Me sentía bien sentado en mi trono, dominando las corrientesde aire, formando de cuando en cuando huracanes, destruyendo. Pero tambiéntraía vientos favorables para la polinización, creando. Cuando se es Dios,aprendes a ser neutral con todo. Todo lo que destruyas deberá ser creado de nuevo.Esa era nuestra regla. Pero tampoco laúnica. La segunda era “Nunca deberás cuestionar los actos de otro Dios” .

Nuestro panteón se formaba de cinco Dioses, contándome a mí.Uno por elemento.

Ninguno gobernaba sobre otro, y todos en el templo juzgábamos y dominábamos aquel mundo que años atrás bautizamos como “Midvalel”.

De cuando en cuando, las noches que contemplaba las estrellas, recordaba cuando era humano, los recuerdos en mi aldea natal, jugando y cazando, sin preocupaciones divinas. Una noche en especial, después de pasar la mirada por el manto oscuro y moteado del firmamento, quise despejar mi mente como hacía en antaño. Lavándome con agua la cara y la cabeza.

Mientras me aseaba el pelo, recordé que podría bajar al mundo de los mortales. Existe una fina barrera, entre el mundo y nuestro templo, que los Dioses pueden pasar, pero los otros seres no.

Me transformé en una majestuosa águila y bajé desde mi templo a donde antiguamente se alzaba mi pueblo.

La visión que me aguardaba allí me dejó paralizado. Pero era simple: Mi pueblo estaba siendo ahogado por la lava de un volcán erupcionando. “¿Cómo…? ¿Por qué…? ¿Qué debo…?” Preguntas que nunca concluía se agolpaban en mi cabeza, estrellándose las unas contra las otras, sin dejar ver ninguna respuesta. De nuevo, como águila subí a gran velocidad hacia el templo y mientras el viento me hacía más fácil la subida, me acordé de que todo desastre tiene un causante. ¿Qué ser conjuraba a los volcanes y al fuego? Gaerog.

Entré en el templo como una exhalación y me materialicé de nuevo en mi aspecto normal.

“¡¡GAEROG!!” Grité con toda la fuerza de mí ser. Al instante, él se apareció a un par de metros frente a mí. Un ser con una musculatura sobre natural, más de dos metros de altura y solo llevaba una especie de manta vieja rodeándole la cintura, a modo de taparrabos.

Le expliqué con furia en mis palabras lo que había visto y exigí respuestas, más él solo se encogió de hombros y dijo “Ya lo compensaré”.

En mi interior ardía de rabia y mis sentimientos humanos afloraron. La primera pelea entre Dioses comenzó allí mismo, en aquel momento.

Mi arma predilecta era una espada a la que apodé “Preciosa”. Me ceñí el sombrero que siempre dormitaba en mi cabeza y al instante, empecé anotar un sabor agridulce en la boca. “¿A esto sabe la batalla?” me pregunté antes de lanzarme al ataque.

El combate no duró demasiado, no fueron más que unas pocas arremetidas y nadie llegó a herirse. Lo cual, tiempo después, me hizo cuestionarme otra cosa… “¿Puede un Dios morir a mano de otro Dios?” Quién sabe. Lástima que aún no haya encontrado la respuesta.

A los pocos minutos de empezar la pelea, los otros tres Dioses que terminaban nuestro panteón aparecieron en la sala y nos separaron.

El Juez de nuestros actos fue… no sabría explicar quién fue sin antes retroceder a la creación del universo. Nosotros, los Dioses de los elementos, somos dueños de nuestro elemento correspondiente. Yo domino el aire y los vientos. Gaerog el fuego. Heraeo, las aguas y los mares, Dudraea, el suelo terrestre y las montañas. En cambio, el quinto Dios… no dominaba nada, pues todo era suyo. Los otros Dioses, al yo formar parte del panteón, me informaron de que él era la misma creación. Y, a pesar de que podría tomar cualquier forma, siempre se mostraba (cuando se mostraba) como un haz de luz. Una cascada infinita de resplandecientes y pequeñas estrellas.

Todos los hechos dieron que yo era el culpable, y yo debía de ser castigado, por cuestionar los actos de otro Dios. Muchas vidas se perdieron aquel día, pero años después, esa tierra sería fértil y estaría llena de vida. Un ciclo infinito.

Mi condena se pensó durante cien años (tiempo efímero para un Dios) y en ese tiempo, me encerraron en una sala bastante amplia, con un lecho (a pesar de que no necesitaba dormir) y un espejo enorme.

Pasaba la mayor parte del tiempo, pensando, recapacitando, y haciéndome más fuerte.

Entrenaba y descansaba, y mi único compañero, era una serpiente que sin saber cómo, apareció en mi habitación una noche. Le daba de comer ratones que cazaba usando el viento y haciendo que flotasen durante minutos en el aire hasta colarse por la ventana de mi habitación. Un vínculo bastante fuerte se forjó entre bestia y Dios. Le conté todos mis problemas, parte de mi historia, y la serpiente siseaba y sacaba su lengua en gesto de aprobación.

Al cabo de varios años, la serpiente creció tanto que debía usar hechizos para encogerla de nuevo y así alimentarla sin excederme cazando.

El día en el que se me juzgarían, cometí mi última osadía. Me miré por última vez al espejo (no había cambiado en cien años, ya que no había querido). Capa escarlata, sombrero, mis hermosas piedras cristalinas y a Preciosa ceñida a la espalda. Salí al encuentro, y antes que pudiesen siquiera articular una palabra, me lancé a la carga, como un perro acorralado que sabía que iba a morir.

No me importaban las consecuencias, arremetí contra todos, usé mis poderes y a punto de ganar estuve. Ellos no estaban preparados. No tuvieron tiempo de sacar sus armas y yo ya había obtenido ventaja para cuando se pudieron defender. Derroté con velocidad a Dudraea y Heraeo, y cuando me disponía a enfrentarme a Gaerog con mis últimas fuerzas, hizo aparición el quinto. Lo siguiente, transcurrió en apenas creo, unos segundos. Me cegó con un rayo de luz y oí cómo una voz que provenía del universo, que me hizo enmudecer, La voz sentenció que debía ser castigado. Y desaparecí junto a mi compañera serpiente que enroscada a través de mi cuerpo habitaba.

Escondido entre una vegetación tan frondosa que impide ver el suelo, un orbe yacía dormido desde hace milenios. En él, dos almas, una mayor que otra, duermen. La más grande, tiene un poder que iguala o incluso supera, a la de los Dioses. La menor duerme junto a la mayor y le da fuerzas. Ambos yacen encerrados, todo por el pecado de la rebeldía y el pecado de pensar como humano. Pecados, impensables para un Dios