sábado, 2 de julio de 2011

Galdefort



De Hombre a Bestia

¿?: Kalith nunca pensé que sería esto lo que ocurriría, por favor perdóname…

Dulces y a la vez amargas palabras pronunciadas por los labios de una hermosa joven con el corazón roto en mil pedazos. Intentando apaciguar un afligido sollozo abre sus grandes ojos negros que reflejan los de la bestia, mientras que con firme voluntad le da su última orden

¿?: ¡Gadelfort es la hora! ¡¡¡Llamas Oscuras del Averno!!!

La joven es cubierta por la enorme silueta a contraluz del poderoso dragón púrpura de aspecto intimidante pero cuyos ojos desprenden al mismo tiempo una profunda tristeza y firme decisión. El enorme Dragón obedece con gran pesar. El cielo se oscurece y tras un rugido ensordecedor, del cielo empiezan a caer multitud de rayos sobre el monstruo, hiriéndole de gravedad, pero no lo suficiente para matarlo. Cuando la joven invocadora pensaba que había fracasado una gran explosión acaba con Sinh definitivamente, pero la explosión también daña al poderoso dragón, que estaba al límite de sus fuerzas y cae derribado, sin vida junto al monstruo.

¿?: Todo ha acabado, Sinh ya no podrá hacer más daño y por fin podré ver al Venerable

La joven invocadora no pudo acabar de pronunciar la frase, engañada por el clero y el Dogma de Yevon, sin saber que aquel ser resucitaría algún día y sin poder llevar a cabo su plan de enviar el alma del Venerable al Etéreo, cae desplomada al suelo por el esfuerzo, perdiendo también la vida.

TIEMPO ATRÁS… (Flashback)

Monje Guerrero: ¡Atrapen a ese hombre, ha intentado asesinar a su excelencia!

(Se puede ver a un grupo de monjes guerreros a las afueras de Bevelle tras un intruso)

Kalith: ¡Imposible!, estoy seguro que Mica murió bajo el filo de mi espada- pensó

Confuso por las palabras de sus perseguidores Kalith huye de la ciudad que lo vio nacer manchado de la sangre del Venerable del templo de San Bevelle.

Tras enterarse de los demenciales planes del Venerable de usar algún poder maligno para eliminar a los opositores de Yevon, entre los que estaba el joven, Kalith casi instintivamente había usado su espada contra él, dándole muerte, para impedir que Mica los llevase a cabo.

EN LA CIUDAD DE LUCA

Después de un tiempo huyendo de sus perseguidores de Bevelle y sin encontrar sentido alguno ni respuestas (Kalith solo quería vivir en paz, no le interesaba Sinh) el joven prófugo es sorprendentemente derribado por un haz de energía.

Un majestuoso ser alado de un tono azul eléctrico aparece frente a sus ojos, tenia los brazos entrecruzados y una mirada congelante. Una firme voz femenina se escucha bajo su silueta:

¿?: ¡Bahamut, atrás!

La bestia siguiendo las órdenes, retrocede

¿?: ¡Se te acusa de atentar contra la vida del Venerable Mica, líder espiritual del clero y de toda Spira!

Era Sibyl, una invocadora que había seguido al joven desde la ciudad de Bevelle

Kalith: Ese demente… sobrevivió - pensó Kalith con frustración.

Pero el joven se equivocaba, Mica había muerto, su cuerpo inerte yacía en el palacio, sin embargo su alma, lejos de descansar en paz en el Etéreo, permaneció aferrada a Spira, donde seguiría viviendo eternamente entre los vivos a no ser algún invocador decidiera efectuar el rito del envío para guiar su alma hacia el Etéreo, tal y como recogía el Dogma.

Al ser presa fácil de tan imponente Eón y antes de morir fulminado por su devastador ataque final, el joven Kalith intenta hacer entrar en razón a la invocadora:

Kalith: ¡Luchas contra el hombre equivocado! ¡Mica te está utilizando, como al resto de los invocadores!

Sibyl decide escuchar al joven y ordena a su Eón que se retire.

Sibyl: Es curioso pero... creo en ti, veo bondad en tu corazón. Hace tiempo que el venerable se comporta de forma extraña, su mirada ya no me inspira confianza, más bien temor... como si... hubiese algo oscuro en él.

Ambos jóvenes se sientan en un banco, y Kalith le cuenta Sibyl el terrible secreto que el Venerable ha estado ocultando, el motivo por el que entró en cólera y había asesinado Mica.

Kalith: Como ya sabrás, corre un rumor sobre que el Dogma de Yevon, en el que se basa el clero y que rige la vida en Spira, no es lo que el clero nos hace creer. Ante la imposibilidad de acallar ese rumor, que se extiende tan rápido como la pólvora, Mica estaba planeando el asesinato de todo aquel que se opusiera al Dogma. ¡Sería un exterminio!

Sibyl: ¿Y qué podemos hacer nosotros? Tú ya has segado la vida de su cuerpo con tu espada, ahora es inmortal... - dijo la joven interrumpiendo a Kalith

Kalith: Su alma... la clave es su alma. Permanece en Spira porque nadie le ha proporcionado el descanso eterno. El Dogma dice que el deber de todo invocador es enviar las almas de los difuntos al Etéreo y tú... eres una invocadora

Sibyl: ¿Y cómo vamos a hacerlo? Desde tu incursión en el Palacio Mica ha redoblado su guardia, está custodiado día y noche, no hay forma de llegar hasta él...

(Irónicamente derrotar al ser más poderoso de Spira era más fácil que enviar al Etéreo el alma frágil de un anciano)

Sibyl le dijo que eso tan sólo era algo secundario, que el deber supremo de todo invocador era luchar contra Sinh y derrotarlo para que todos los ciudadanos de Spira pudieran vivir en paz para siempre. Sin embargo, afligida le contó a Kalith que tan sólo era una aprendiza, que apenas sabía controlar a su primera invocación, Bahamut, y que además de necesitar más entrenamiento para fortalecerse, también necesitaba de, al menos, un guardián que la acompañara en su peregrinaje para protegerla de todos los monstruos y peligros que ello conllevaba. Fue entonces cuando Kalith encontró la solución: si ella conseguía derrotar a Sinh, Mica, el Venerable Supremo de Yevon, no tendría más remedio que felicitarla personalmente, era la oportunidad perfecta para que ella, cumpliendo con su secundario deber como invocadora, efectuara el Rito del Envío para guiar el alma del Venerable al Etéreo.

En ese mismo instante, Kalith decide convertirse en el guardián de la joven, y aunque ella no parece muy convencida, decide aceptar, por el bien de toda Spira. Tras la fructífera charla, ambos jóvenes recorren la ciudad en busca de una posada donde alojarse, allí pasan todo el día planeando la ruta más conveniente para iniciar su peregrinaje, hasta que ambos, rendidos, caen en un sueño reparador.

Al día siguiente, a primera hora, ambos se pusieron en marcha para comenzar con el peregrinaje. Se dirigieron al muelle y cogieron un barco. Tenían que visitar todos y cada uno de los templos si querían conseguir el Eón Supremo.

Así pues comenzaron un duro viaje que les llevaría a recorrer toda Spira. Durante su viaje pudieron conocer los lugares más hermosos y recónditos y tuvieron que enfrentarse a infinidad de monstruos, duras pruebas y todo tipo de peligros, de los que, con mayor o menor dificultad, siempre salían victoriosos. Sibyl tenía una habilidad innata para la Magia y la Invocación y Kalith era un guardián excepcional con un dominio extraordinario de la espada. La vida de ambos dependía siempre del otro, por lo que la confianza que había entre ambos era absoluta e inquebrantable. Aquel duro viaje no los había convertido en amigos inseparables, sino en algo más, eran como hermanos, pero en el fondo de su corazón, ambos escondían algo más, un sentimiento mucho más fuerte que se esforzaban por ocultarse el uno al otro hasta que todo aquello acabase, hasta que pudieran cumplir su objetivo y ambos pudieran ser total y absolutamente libres.

Ya en Zanarkand, tras casi un año de arduo peregrinaje, el cual no parecía tener final y con todo lo necesario para obtener el poder del primer Orador Supremo, Zaon, oyen la tan esperada voz de la que un día fue su amada, Yunalesca o mejor dicho su alma, que como la de Mica, ha permanecido en Spira para conceder a los futuros invocadores el poder que necesitan para derrotar a Sinh. Ambos jóvenes se miraron con asombro, pues la creían muerta, para ellos era impensable que ella estuviese viva tras 400 años. Sin embargo, ella no portaba el mensaje que ellos esperaban, ni mucho menos, el alma de la invocadora les dio la peor noticia posible:

Yunalesca: Te felicito invocadora por haber llegado hasta aquí, te concederé con gusto el poder que buscas si tu guardián sacrifica su vida y te entrega su alma para que yo pueda convertirlo en orador. Pues sólo la fuerza de la amistad y del amor verdadero puede crear un ser tan poderoso capaz de vencer a Sinh.

Ambos jóvenes se miraron a los ojos, atónitos por las palabras que acababan de escuchar, ninguno de ellos, habría imaginado, ni por un instante, que todo pudiera acabar así.

Kalith: De acuerdo, yo seré tu orador. Con gusto te entrego mi vida y mi alma - dice mirando con total de desprecio al ser que se encuentra frente a ellos.

Sibyl: Sabes lo que pasará ¿verdad? - le pregunta ella sin salir de su asombro ante todas las mentiras que difunde el clero a través del Dogma.

El joven la mira directamente a los ojos y asiente sin decir una sola palabra.

Kalith: No perdamos más tiempo, hazlo, conviérteme en el Orador Supremo que ella necesita

Yunalesca sin dudar un sólo instante separa el alma del joven de su cuerpo, convirtiéndolo en un orador.

Kalith: Te amo…- dice el joven antes de desvanecerse, pero sus palabras no fueron más que un débil susurro que Sibyl no alcanzó a escuchar.

En ese preciso instante nació Gadelfort, el Dragón Oscuro. El odio que procesaba hacia el Clero y el Dogma por mentir a la gente de Spira hizo que su alma se adentrara en las profundidades de la tierra, aferrándose a la Oscuridad, dejándose invadir por ella, la cual sería la fuente de todo su poder hasta llegar al mismo infierno y resurgir de él como un Dragón Imponente, como el ser más poderoso que conocería Spira.

Yunalesca: Tu guardián ya no existe en este mundo, ahora yace en un sueño eterno esperando a que lo invoquen. Ese es el destino de un orador. Ahora Invocadora ve y cumple con tu destino, invoca a tu Eón y dale muerte a Sinh.

Sibyl se dio la vuelta sin mediar palabra, sin mirar ni tan siquiera una última vez a Yunalesca mientras sentía como su corazón se rompía en mil pedazos, pero ella debía ser fuerte, por Kalith, él no hubiera permitido que se mostrara débil, no antes de cumplir con su deber, acabar con Sinh, enviar al Venerable al Etéreo, y contar al pueblo de Spira la verdad sobre él, el Dogma y Yunalesca. Sí, estaba decidida, después, volvería a Zanarkand para ver de nuevo a Yunalesca y cumpliendo con su deber, la enviaría al Etéreo junto con el Venerable, esa sería su venganza por haberle arrebatado lo más preciado para ella, el hombre al que amaba.

Mientras pensaba en todo aquello, Sibyl llegó a la Llanura de la Calma, con su poder de invocadora llamó a Sinh, que acudió al lugar sin demora y allí comenzó la batalla. Fue invocando a todos sus eones uno por uno para debilitar a la bestia, que no dudaba en contraatacar y aniquilar a cada una de sus invocaciones. Debilitado el último de sus eones, sólo quedaba una única opción, invocar al Eón Supremo, Gadelfort, el Dragón Oscuro.

El imponente Dragón acudió a la llamada de su invocadora, su dueña y señora. Ella se acercó, posó su cabeza sobre su pecho para escuchar los latidos de su corazón mientras sus manos lo acariciaban con dulzura. El dragón bajó su cabeza y puso su enorme mejilla junto a la de Sibyl, correspondiendo a los sentimientos de la joven.

Sinh no dudó un instante y aprovechó el momento para lanzar un devastador ataque contra la invocadora, el dragón la apartó con un violento empujón de su cabeza, y recibió el ataque en su lugar, en ese momento Sibyl comprendió que no había tiempo para muestras de afecto ni despedidas, sólo para luchar.

La invocadora empezó a dar órdenes a su invocación, sin darle a Sinh un sólo respiro ni tiempo para contraatacar. Empezó usando Domo Oscuro para sumir a Sinh en la más absoluta oscuridad, a continuación Mina Espectral, esperando que la bestia diese un paso en falso. A partir de ahí fue combinando las magias de fuego, con las arcanas y las oscuras. Maldición, Látigo de Fuego y Gravedad seguido de Drenaje, Maldición y Llama Infernal y por último Megagravedad, Fulgor Ardiente y Oscuridad Eterna. Ante tal asedio Sinh, viéndose acosado, quiso retroceder para intentar recuperar fuerzas así como la vista pero como la invocadora esperaba, pisó la Mina Espectral, debilitándolo gravemente. Lejos de darle un respiro, ordenó a su invocación que le fulminase con su Pulso de Energía. Sinh tenía la batalla perdida, pero aún así no se rendiría, Sibyl lo sabía, así que decidida miró a Gadelfort, sabiendo que la bestia albergaba el alma de su amado y se dirigió a él. (fin del flashback).

600 años han pasado desde aquel entonces y mil desde el nacimiento de Sinh. Poco queda de aquellos sucesos, tan sólo hay meras suposiciones. Al parecer el propio Mica atribuyó la muerte de Sinh a un invocador totalmente desconocido, tanto por el clero, como por él mismo y por lo tanto, por el resto de los ciudadanos de Spira. Sin un nombre, ni nadie que pudiese conocer al heroico invocador, el Venerable se dirigió al pueblo, diciendo que no se podía hacer nada para rendirle el homenaje merecido y que sin duda alguna, lo mejor era estar agradecidos por la muerte de Sinh. Maechen, un estudioso que tuvo la oportunidad de conocer a Sibyl y Kalith y presenciar de lejos la batalla final de la Invocadora y su Eón Supremo Gadelfort recogió toda su historia en un manuscrito que llevó ante Mica, para que toda Spira conociera la verdad sobre la Calma actual. Mica, en un ataque de ira destruyó el documento y advirtió al joven de que si se le ocurría difundir semejante historia, sería buscado y ejecutado como un traidor del Dogma de Yevon. Ante el temor de que algún invocador quisiera aprovechar el momento para reclamar una fama que no le pertenecía y dejara en entredicho la veracidad de sus palabras, Mica ordenó que se recogiera en el Dogma y se advirtiera a todo aspirante a invocador el funesto destino que sufriría al enfrentarse a Sinh y derrotarlo con el Eón Supremo. Así mismo ordenó difundir también a través del Dogma que a pesar de que Sin hubiese muerto ya dos veces, éste siempre renacería hasta que la humanidad expiara sus pecados. Respecto a Maechen, lo dejó marchar habiendo jurado silencio, pero el joven, lejos de renunciar a sus principios, escribió un nuevo manuscrito en secreto, a espaldas del Venerable y lo ocultó en un lugar que sólo él conocía, con la esperanza de poder ir en su busca en un futuro y revelar su contenido algún día.

Mica se encargó muy bien de ocultar lo ocurrido, sin embargo, nunca supo que existe otro manuscrito, que está oculto en algún lugar de Spira, sepultado por los años y el olvido, esperando salir a luz algún día y que toda Spira sepa de la triste historia de la Segunda Alta Invocadora que logró derrotar a Sinh, Sibyl, y de su guardián, quien dio su alma y su vida por ella, por su amada, pues a día de hoy sólo son 5 los Altos Invocadores que figuran en la historia de Spira, reconocidos por Yevon: Yunalesca, Gadof, Yocun Ohalland y Braska.

Qué fue Gadelfort, nadie lo sabe. Sólo Maechen, el estudioso, expuso tres posibles teorías en su manuscrito:

En una dice que Yunalesca, sorprendida por semejante poder encerró el alma de Kalith, en una estatua que se encuentra sepultada en algún lugar de Spira totalmente desconocido, hoy en día. En la segunda, baraja la posibilidad de que dicha estatua, en el caso de que existiese, fue destruida por Mica, temiendo que un día, el poderoso Dragón Oscuro regresara de las profundidades de la tierra para llevarse su alma al infierno, donde la torturaría y atormentaría durante toda la eternidad sin posibilidad de alcanzar la paz del descanso eterno, vengándose así del destino cruel al que, por su culpa, fueron sometidos él, como hombre, y su amada Sibyl. La tercera y en la que él quería creer más fervientemente, explica la posibilidad de que su alma, llena de bondad y rebosante de amor fue directa al Etéreo, donde se encontró con su amada, quien le estaba esperando pacientemente. Pudiendo estar juntos al fin, ambos confesaron su amor, juraron amarse por toda la eternidad y disfrutar de ese amor y esa felicidad que nunca pudieron llegar a compartir en vida.

Actualmente, Mica sigue siendo el Venerable Supremo de Yevon, y Maechen un anciano que recorre Spira en busca de saber y conocimiento, sin que nadie sospeche que ambos ancianos viven en Spira desde hace 400 años. Lamentablemente, con la edad Maechen olvidó aquella trágica historia, así como el momento de su propia muerte. Quién sabe, tal vez sus ansias de conocer todo lo acontecido en Spira le lleven a encontrar aquel manuscrito que él mismo ocultó y pueda revelar su contenido a todo aquel que quiera escucharle, al fin y al cabo, es tan sólo un alma aferrada a Spira, al igual que Mica, quien no podría llevar a cabo la amenaza que le hizo 400 años atrás por el simple hecho de que ambos son dos almas errantes y no se puede matar a un alma que carece de vida.


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