sábado, 2 de julio de 2011

Selene




Hace siglos, en los más remoto y oscuro del Abismo, una diosa de sangre demoniaca, de desconocido nombre pero denominada por los demás como Lady Sarina, una Súcubo Mayor, tuvo una hija. Esa hija para su madre era un engendro, un horror, pero un trofeo y una deliciosa ironía, ya que Selene tenía sangre azul, sangre de un Ángel, un poderoso Arconte.

Lady Sarina odiaba a su propia hija, aunque se regocijaba al haber mancillado la sangre de un Ángel, también sabia el peligro que suponía tratarla como las demás y cederle poder. Sarina crió a Selene diferente a las demás súcubos, no le dio ningún tipo de afecto o aceptación, de hecho nunca había sentido nada parecido. Todo esto es debido a que su corazón es tan frio como los mismísimos Yermos helados. Es bella pero cruel y tiene poderoso sortilegios de hielo y fuego. Muchos de los aspectos que heredo Selene destacando la belleza, siendo la hija de sangre azul la más bella de todo el Abismo, irónicamente Selene odia el fuego.

Selene se entrenó duramente en el arte del combate, la magia y la seducción, dominó a muchos hombres con su belleza y los aniquilaba en la misma noche de pasión robándole su energía y haciéndose más fuerte. La mayoría de demonios la temen, incluso su propia matrona, la sangre de Ángel que tiene mezclada con la demoniaca la hacen uno de los seres más fuertes del oscuro Abismo, lo que ella no sabe… es que esa sangre… no solo le afectaría a la fuerza, sino también a sus sentimientos y forma de pensar.

Los demonios, incluida su “familia”, la odian, Selene vive sola en lugares desconocidos del Abismo, solo se presenta si su madre así lo ordena, Las Siete esferas de Celestia tampoco ven con buenos ojos a Selene por mucha o poca sangre azul que tenga. Su padre, se desconoce donde esta, se le cree muerto… debido a que las súcubos nunca dejan con vida a sus presas, pero quien sabe, su padre era un Arconte poderoso después de todo.

Pero los años pasaron y pasaron, Selene no sabía que su vida iba a pegar un cambio muy brusco un día de estos, el tiempo aquí parece no andar.

La historia de Selene comienza en el pueblo de Arvar, un pequeño pueblo rodeado de arboles, la gente allí viven de fabricar perfumes con las exóticas flores que se encuentran alrededor, se encuentra a las afueras no muy lejos de la gran ciudad de Argluna.

Últimamente el pueblo recibía continuos ataques de súcubos, procedentes de una brecha infernal en la profundo de una cadena de cuevas, los hombres desaparecían y al día siguiente aparecían muertos. Otro asesinato iba a ocurrir hoy. Selene atrajo a un hombre de tez muy blanca, estaban en el lecho, la blanca luna iluminaba la noche, el hombre estaba hipnotizado por la belleza de Selene, el hombre gozaba pero no se esperaba lo que iba a ocurrir, dos alas aparecieron en la espalda de Selene, el hombre comenzó a gritar, sin piedad, la súcubo termino con su vida en aquella sangría. – Que desperdicio y que aburrido… Se dijo para sus adentros la bella hibrida.

En la ciudad de Argluna se encontraba un Paladín de nombre desconocido, vestía una armadura negra y llevaba el símbolo de la Orden de las Rosas Negras, un descendiente de Hezul, un antiguo ancestro Paladín, se encontraba manteniendo una conversación en un altar con su Diosa, Sune.

“Mi diosa, por favor, mándeme a la misión junto a los demás soldados, uno de mis hermanos a muerto a manos de una de esas súcubos, déjeme que tome venganza” – El Paladín hablo arrodillado.

“Noble Caballero, no puedes dejarte guiar por la oscuridad de tu interior, que la venganza no te lleve, dejare que guíes las tropas, para eso te he convocado aquí, pero usa la cabeza, ayuda al pueblo y la gente, que regresen todos con vida es mi voluntad” – Una misteriosa voz etérea y angelical resonaba por la sala.

“Entendido, mi Diosa, mi fiel espada hará justicia” – Se levantó y abandono el lugar

El pelotón tomó rumbo hacia el pueblo de Arvar, no tardaron mucho en llegar debido a la cercanía, comieron en la posada y descansaron, se preparaban para cuando llegara la noche.

Al caer la noche, los soldados se dividieron por todo el pueblo, el Paladín se quedo por el centro del pueblo, cerca de una fuente en la que se sentó. De su gran armadura sacó un amuleto.

“Evita el encanto de un Súcubo, debo tener cuidado, Gracias Diosa” – Se colgó del cuello el hermoso amuleto.

Las súcubos todas juntas harían un último ataque esta noche, aniquilando a todos los hombres del pueblo y en ellos se incluían también los soldados, es muy extraño que las Súcubos entren en combate directo, pero así lo quiso Lady Sarina.

“Hermanas, comencemos el ataque” – Una voz de una mujer se oyó por todo el pueblo, la voz sonaba muy oscura y malévola. Las súcubos aparecieron y lucharon contra los soldados. Ellas eran más veloces, crueles, poderosas y contaban con su belleza.

Una súcubo apareció donde se encontraba el paladín, esta comenzó a cantar como una sirena acercándose cada vez más al paladín y seduciéndole, este desenvainó su oscura espada decapitando al demonio.

“Tus trucos no funcionaran conmigo furcia” – El paladín miraba a su alrededor y aparecieron otras cuatro súcubos

“Hezul… es el… es Hezul… tener cuidado hermanas” – Una de ellas se preparaba para atacar al Paladín que le denominaban Hezul.

Las cuatro hermanas demoniacas se lanzaron hacia él, con su gran fuerza lo lanzaron a la fuente que se hizo añicos. Una de ellas intento terminar con la vida del paladín con un arañazo que él bloqueó con su espada, a gran velocidad asesto un tajo que terminó con la vida de la demonio.

Todavía quedaban tres, el paladín lanzo una magia sacra aniquilando a otra de ellas.

“¿Quién será la siguiente?” – Fardó el paladín.

Las súcubos se miraron y desaparecieron, envainó su espada y se dio la vuelta, las súcubos volvieron a aparecer por su espalda y lo derribaron, comenzaron a arañarle y a romperle la armadura, el paladín intentaba no gritar, pero el dolor era demasiado. – Es más divertido cuando es doloroso, dijo una de ellas entre risas.

Selene que llevaba ya rato observando apareció de entre las sombras, sus hermanas la miraron confundidas, fueron descuartizadas por ella con un sutil movimiento de su delicada mano.

“¿Por qué me salvas?” – El paladín la miró y estudiándola rápidamente la vio distinta a las demás, su aura no emanaba maldad y le causaba una extraña sensación.

“Hay algo diferente en ti” – La voz de Selene era la más hermosa que entro por el oído del paladín.

“Diferente en mi…” – Él sabía a lo que ella se refería, desenvainó rápidamente su espada e intento matar a Selene, ella esquivó rápidamente, él se levantó.

Selene se le abalanzó, clavo sus uñas en su pecho, arrancó el amuleto haciéndolo pedazos, una patada derribó al paladín, Selene paso su lengua probando la sangre. – Sin duda un manjar dulce y noble…

“¿Hezul? No… solo eres un descendiente… Sin duda eres diferente, tu sangre se diluye en la de tu ancestro… has bebido de un demonio” – Selene se echó el pelo hacia atrás

“¿Y tú? Eres diferente a las demás, tu sangre tampoco es igual” – El Paladín, cerro sus ojos, ahora lo comprendo, tu eres…

De la nada aparecieron aproximadamente veinte súcubos más, todas hermanas de Selene.

“Traidora” – Dijo una entre la multitud – “ya sabía que algún día hablaría tu sangre, pero me daré el gusto de matarte. No sin antes destrozar a este hombre que tanto te interesa.”

Todas se lanzaron a por el Paladín que por las heridas no pudo desenvainar su espada, empezaron a devorarle.

“¡No!” – Gritó Selene, sus ojos eran de desesperación, Era la primera vez que Selene sentía así. El era un ser vivo muy parecido a ella, tal vez el único con el que tenía algo en común, debía salvarle pero podría ella renegar de su origen y enfrentar la ira de su madre. Una luz carmesí inundo el patio y como si el tiempo se hubiera detenido, en frente de Selene algo comenzó a brillar, una etérea le dijo “Si de verdad deseas salvarlo, forma un contrato con él”. – ¿Un contrato, atarme a un humano dices? – “No dijiste que era igual a ti? – pero mi madre, me buscara y… – “Te protegeré de la ira de tu madre, puedo hacerlo” – ¿Qué? ¿Cómo? – “Soy Sune, la Diosa de la belleza, salva a mi Paladín y mucho será perdonado y mucho será otorgado, serás libre del Abismo”

Selene dudo por un breve instante, pero con voz firme acepto, como un rayo fugaz una serie de leyes pasaron por su mente, a la vez que un símbolo se grababa en su mano.

-Quedarás atada a él y lo deberá seguir a todos lados, serás su sombra y su compañía.

-Deberá mantenerlo con vida, protegerlo a toda costa

-Deberá obedecer al paladín, seguir sus preceptos y solo saldrás en batalla si él te llama, -pero deberás salir en caso de emergencia si esta en peligro.

-El contrato lo sello yo misma y por mi eternidad te ligo a mi Caballero, a su poder y a su sangre. Nadie podrá destruir el contrato, antes tendría que destruir a la propia Sune.

La Atmosfera Carmesí cesó, el Paladín comenzó a brillar y se deshizo de las Súcubos cercanas con una ola de energía sacra, con las pocas fuerzas que le quedaban miró a Selene, esta abrió sus alas, sus ojos brillaron y en una demostración de poder degolló sus hermanas a gran velocidad con sus poderosas uñas.

“¿Por qué lo has hecho?” – Preguntó él ¿Por qué te has atado a mí?

“Tú y yo tenemos sangre oscura, pero no es la única en nuestro cuerpo” – Selene cerró los ojos – “Tu yo somos diferentes, somos una ironía andante. La luz que brilla en la oscuridad y la oscuridad que se traga la luz. Por eso quiero estar contigo, quiero luchar por algo y a partir de ahora luchar por ti.”

“Quiero saber más de ti” – Dijo el caballero, mientras veía como Selene se sumergía en su sombra guiñándole el ojo, ahora ella estaba ligada a él.

“Aunque no lo parezca, ahora soy libre ¿no lo crees así hermoso?” – resonó la voz de Selene mientras reía.

El Joven Paladín tomo su espada y se levanto, observando su propia sombra y esbozando una leve sonrisa dijo – ¿cuál es tu nombre?

“Soy Selene” – así no he sido llamada, así me he proclamado a misma… Soy Selene la más bella y poderosa, la magnífica.

“Ahora lo comprendo, eres digna de mi. Ahora somos dos.”

Sune reía complacida desde su esfera, era solo el comienzo…

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